(Vic Warshawski 10) Sin Previo Aviso by Sara Paretsky

(Vic Warshawski 10) Sin Previo Aviso by Sara Paretsky

Author:Sara Paretsky
Language: es
Format: mobi
Tags: Novela, Policiaca
Published: 2010-01-24T00:00:00+00:00


Capítulo 27

Nuevo discípulo

Cuando terminé la conversación con Rhea, estaba a punto de darle un buen golpe en la cabeza y alegar legítima defensa. Yo había empezado a decir que todos queríamos lo que fuese mejor para los protagonistas de nuestro pequeño drama, lo cual implicaba no sólo a Paul, sino también a Calia y a Agnes. Rhea me había dirigido una de sus inclinaciones de cabeza mayestáticas que me provocaban ganas de volver a mis días de peleas callejeras, así que concentré toda mi atención en el cuadro de una granja japonesa que estaba colgado sobre su diván y le relaté los dos intentos de abordar a Calia que había protagonizado Paul.

—La familia está empezando a tener la sensación de que les acosa —le dije—. El abogado del señor Loewenthal quiere que ponga una denuncia por intromisión en la vida privada, pero yo he pensado que, si usted y yo hablábamos, podríamos evitar una confrontación a ese nivel.

—No puedo creer que Paul se dedique a acosar a nadie —dijo Rhea—. No sólo es extremadamente educado sino también fácilmente amedrentable. No estoy diciendo que no haya ido a casa de Max —añadió al ver que yo iba a objetar—, pero, más bien, me imagino que estaría en el parque como la pequeña cerillera del cuento, que deseaba participar en la fiesta que veía a través de la ventana y ninguno de los niños ricos que estaban dentro le prestaba la menor atención.

Sonreí, manteniendo la calma.

—Por desgracia, Calia tiene cinco años, una edad en la que un adulto asustado e indigente puede aterrorizarla. Su madre está comprensiblemente alarmada porque piensa que, tal vez, su niña esté corriendo peligro. Cuando Paul sale de entre los matorrales y se dirige hacia ellas, las asusta. Puede que su ansia de encontrar una familia le esté impidiendo ver lo que las otras personas piensan de su comportamiento.

Rhea inclinó la cabeza con el gesto de un cisne, en el que parecía haber un atisbo de aquiescencia.

—Pero ¿por qué no quiere Max reconocer su parentesco?

Me entraron ganas de gritarle: «Porque no hay nada que reconocer, cabeza de chorlito», pero me incliné hacia delante poniendo expresión de gran seriedad.

—De verdad, el señor Loewenthal no está emparentado con su paciente. Esta mañana me ha estado enseñando los documentos que conserva de la búsqueda que realizó tras la guerra sobre varias familias de las que no se tenían noticias. Entre esos documentos hay una carta de la persona que le pidió que rastreara a los Radbuka. El domingo, cuando Paul irrumpió en la fiesta del señor Loewenthal, éste se ofreció a mirar esos papeles con Paul, pero él no quiso aceptar tener una cita en otro momento más conveniente. Estoy segura de que el señor Loewenthal estará encantado de que Paul los vea si con ello puede conseguir que se sosiegue.

—¿Tú has visto esos documentos, Don? —preguntó Rhea volviéndose hacia él con una conmovedora exhibición de fragilidad femenina—. Si pudieras echarles un vistazo, si te pones de acuerdo con..., con Vic, yo me sentiría mucho mejor.



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